miércoles, 2 de mayo de 2007

Un fin de semana diferente





Cada fin de semana nos toca a uno del grupo elegir donde ir.
Esta vez le tocó a Santi, (el original del grupo) que siempre presume de llevarnos a los mejores sitios, según él, los más divertidos, originales, interesantes y un largo etc.
Después de unas cuantas rondas de cervezas a mi ya no me importa donde me lleven, bueno tampoco es eso.
Llegamos a una especie de antro sombrío que, decía Santi, se estaba poniendo de moda y al que acudían personajes de la “biutiful”.

La música me era agradable y me llamó la atención un grupo de chicas que bailaban en un rincón, todas guapísimas y enfundadas por prendas de cuero negras. Una de ellas alta y con buen cuerpo, me miraba descaradamente, yo me hacia el loco, pero cada vez que la intentaba mirar yo, me pillaba y sonreía.
Acabamos por reírnos abiertamente, lo que me animó a acercarme a ella.
- ¿Hola, que tal la noche?
- Muy bien, bastante divertida.
- ¿Eres de por aquí?
- No he venido a visitar unos amigos, yo soy de Madrid.

Mantuvimos una conversación bastante amena y distendida. Vestía un estilo bastante peculiar, chaleco ajustado sin nada debajo pantalón de cuero cortito y botas hasta mitad muslo, le queda muy bien. Los tatuajes que adornaban sus brazos le daban un toque medio salvaje, pero su estilizada figura suavizaba el conjunto. Sexy, muy sexy me pareció aquella chica.
- ¿Bailas? Me preguntó ella
- Si vamos.
Y me llevó al rincón en el que estaban bailando el grupo de chicas que vi anteriormente.
Se agarro a mi cuello con un movimiento muy sensual, y yo me agarré a ella por la cintura.
Rozó sus labios contra mi cuello, y yo le respondí con los míos en el suyo.
Pasó su mano por mis nalgas.
Yo la mía por las suyas.
Me cogió una mano y me la colocó en su pecho.
Y yo incitado por su provocación, le besé los labios.
Ella me dio un bofetón, dejándome los dedos marcados en la mejilla.
Extrañado pero cabezón y calenturiento la volví a besar.
Esta vez me metió un puñetazo, sin dejar de abrazarme sensualmente.
Seguí sin entender nada, pero la volví a besar.
Esta vez me dio un golpe seco en cada mejilla que me hizo retumbar toda la cabeza.
Sin mediar palabra me arrastró al reservado. Yo medio aturdido no acababa de entender lo que estaba pasando.
- ¿Te gusta eh? Dijo al llegar
- ¿El que? Balbucee
- ¡Esto! Lanzó mientras me daba una patada en la espinilla
- ¿Pero a que viene esto? Pregunté
- Me encanta cuando os ponéis blandengues, quitate el pantalón dijo mientras acariciaba una especie de fusta que apareció en su mano por arte de magia.

Empalidecí, enverdecí, me estremecí de susto.
Salí rápidamente del reservado, mientras la oía decir:
- Tío porque te largas, lo estábamos pasando de coña.


No me despedí de mis amigos para evitar preguntas comprometedoras y las correspondientes risas.

Cuando me han preguntado esta mañana en el trabajo porque llevaba el ojo morado, he dicho que me había caído de la cama.

A ver a quien le cuento que me llevaron a un antro sado, sin yo saberlo, y que una chica que estaba buenísima me cosió a palos para hacerme disfrutar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Santurnemi.
De nuevo; de nuevo.
La verdad es que me
lo paso contigo fenomenal.
Nunca me habia reido tanto.
Gracias.
Cuando abriste el blog,solo
para ella.Pense, que detalle
es genial.Pero resulta que
ademas tienes un fantastico
sentido del humor.
No cambies nunca.