viernes, 13 de abril de 2007

¡De dos en dos por favor!



El otro día por motivos que no vienen al caso me vi obligado a coger el metro en plena hora punta. Íbamos más apretados que unas anchoas enlatadas.

De momento me vi aprisionado por los cuatro costados. Noté un par de tetas clavadas en las espalda que, no sé si por mi imaginación calenturienta, podía notar unos enormes pezones erguidos taladrándome con tal fuerza que pensé que me iban a dejar llagas con el roce. Giré la mirada hacia la derecha al notar algo grande y mullido aplastarse contra mi, y que os puedo decir, si es que no sé como definir aquello. Eran grandes, enormes, sobresalían por el escote de su dueña de manera inquietante, llegué a pensar que en un vaivén se liberarían y crearían una especie de tsunami en el que podían peligrar nuestras vidas. Pegada a mi izquierda una pobre chica intentaba desesperadamente no abalanzarse contra mi con las sacudidas del tren, clavándome el codo en el brazo. Me ladee unos pocos milímetros para evitar el dolor que me proporcionaba su codo cuando, desafortunadamente para ella que no para mi, quedó mi brazo preso en su canalillo.

La situación era un tanto atípica, ya que por norma siempre te quedas bloqueado entre dos tíos que huelen a tigre y que te miran con cara de decir: “mariconadas las mínimas tío”.

Absorto en mis pensamientos volví a la realidad cuando se dio la vuelta una chica alta que estaba delante de mi en su intento en acercarse a la salida me dejo la cara presa en su escote. Sus pezones iban y venían por mi cara pasaban por delante de mi boca coqueteando con mis tentaciones de hincarle el diente.

¡Ay dios, que malo es querer morder y no poder, y que verdad es esa de que dios da pan a quien no tiene dientes!

De repente analizando mi situación empecé a contar la cantidad de domingas que me tenían inmovilizado cuando un calor me subió a la cara y noté como mi pequeño amigote se me iba plantando tieso.
Para mis adentros intentaba contar …uno…dos…tres….cuatro…(para bajar el estrés y otra cosa)
Fue entonces, y precisamente entonces cuando noté una mano que me agarraba la polla con fuerza y una voz masculina me decía al oído:
-¡Estas empalmado cabrón!
Era la voz y la mano de la chica alta (o lo que fuera).
No quise saber lo que iba a pasar después, aproveche la parada del metro para apearme.
Hice el resto del trayecto andando; ¡Que andar es bueno para la salud coño!

Solo os puedo decir que las tetas me gustan…pero de dos en dos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo; lo que me reido.
Cuidadin, con los lugares
tan llenos de gente.
Pues nunca se sabe,a quien
puedes tener delante.
Feliz dia JOAN.

Anónimo dijo...

es que nunca escarmientas joan, con la de cosas que te pasan por ser una mente calenturienta....jajajaja
Un beso mi amor, que hoy no nos hemos despedido.

Anónimo dijo...

Kassandra, Rubie, me encanta hacer reir a dos mujeres como vosotras.
Un beso.

Anónimo dijo...

Queria decir dos bellas mujeres como vosotras, no me ha salido bien el comentario, perdón.

mireias32 dijo...

Que bonitos son los transportes públicos y las cosas que nos ofrecen
Besos de domingo
Lady Bourbon

Bukanero JB dijo...

Hola Joan, interesnte eperiencia, muy interesante, ventajas del transporte publico je je je. Sobre lo del link ningun problema, encantado de que linkes lo que quieras. Un saludo.

Anónimo dijo...

muy divertido